La ofensiva final.

 

La ofensiva final.

 El 10 de enero, pero... de 1981, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) -a 3 meses de fundado- lanzó una ofensiva militar de gran envergadura que, abarcó casi todo el miniterritorio nacional, la cual denominó “Ofensiva Final”, pero... la historia se encargó en considerar como la “1ª Ofensiva Final”, fundamento para yo, así sugerirlo en mi libro en formalidad de novela “Operación baby”, desde el primer capítulo titulado “La ofensiva final”. Con la finalidad de rememorar dicho acontecimiento, hoy inicio la publicación del capítulo aludido, que continuaré el viernes 15 y finalizaré el sábado 30 de enero de 2021. Espero tener el honor y la complacencia que lean las 3 entregas y de ser posible me comenten -en el blog- el capítulo completo.

 

 La ofensiva final

Capítulo 1 de Operación baby

Luisfelipe Minhero

18 enero 1995 – 4 mayo 1996.

 

D

e barato, cuando menos desde hace unos dieciocho meses, despacio y sin pausar se viene rellenando, ella dice que de hermosuras tangenciales a su proceso de proletarización científica. En realidad se infla con gorduras inapropiadas e inoportunas en cualquier esforzado proletario trabajador. Alega no tener explicación con la causa de tales preciosuras pero las justifica diciendo que son de nuevo tipo y de especial encanto para los obreros. ¿Serán?, difícil a mi modesto entender que tales gorduras sean nuevo motivo de embeleso para la clase obrera en este país(ito) de hambres ancestrales, en particular para los trabajadores de la construcción -mayoritario segmento del exiguo proletariado salvadoreño- y más en especial para los maishtros de obra, la aristocracia del sector y con más ingresos económicos con que acceder a más ingresos calóricos precedentes a la equiparación de hermosuras adiposas con la Venus oronda y viva de Cuscatlán. Aunque se le resolviesen como divinas gorduras renacentistas, le serán impropias e inconvenientes a su excelsa condición de joven y sacrificada guerrillera urbana. Dice que no descifra el por qué de tan voluminoso aumento en sus masas populares, también muy apetecidas entre los proletarios choferes de los buses de las rutas urbanas, con los que el reaccionario sector empresarial del transporte traslada a la incipiente clase obrera por la capital. Según su decir, adicionales arrobamientos le manifiestan los choferes de las rutas 5, 7 y 29 que le silban al pasar y no le cobran pasaje.

Ella muy autocrítica, por supuesto del diente al labio, acepta en las reuniones de la célula que sin duda le estorbarán y causarán problemas de movilización y más a propósito de eventual complicada retirada luego de fallido recupere de alguna pistolita “Astra” calibre 22 a un sereno que saliera respondón y poco obediente y nada convencido de su calidad de guerrillera urbana.

No tardó en aparecer el esplendor de la verdad cuando se dio el caso de la guinda apremiada, esperada y temida por mucho tiempo, a fin de esquivar la confrontación con una patrulla de la cuilia aparecida de súbito muy cerca de la escena del recupere y las nuevas adiposidades le hicieron muy engorrosa la retirada. Línea de combate en la etapa inicial de sobrevivencia guerrillera era evitar, sin rehuir, el combate directo con la cuilia.

El verso que ella siempre canta es que muchas veces ni tiempo para almorzar tiene y que la cena de plano ya se la quitó en solidaridad con el mítico proletariado de la campiña salvadoreña. ¡Resistente la costra de la ideología burguesa que ella intenta desechar por la causa proletaria! Para evitar especulaciones confusas sobre el origen de su más reciente gordura, casuística y enfática, pregona que por ahora ni marido tiene. "Desde que cayó mi compa ni bromeando he vuelto a pensar en aquello, allá ustedes si lo creen". Explicaciones gratuitas y vanas que ni la Madre Chepita, tan basta de humanidad, toma en serio y esto que la Madre Chepita, por amor a Dios y al prójimo reside y trabaja en El Despertar y colabora con la Revolución que se intenta aquí, en este país(ito) reciente sede del frívolo “Miss Universo” con el que ganó un asombro más a sus góticos contrastes.

¿Puede un marxista-leninista como yo, amar a una monjita como las de El Despertar... pero amar tan de verdad al grado de procrear? Me parece que sí.

Sospecho que la Gorda no es la ácida asceta proletaria que pregona ser. ¡Cómo no va a engordar si desde que se levanta se dedica a tragar! ¿Cómo se hartará esta puta? se preguntaría el destacado general de la guardia nacional ejerciendo su laberíntica y fascista deformación castrense, antes de ordenar a sus guachimanes en plan de esbirros, sacarle a pura verga una “válida” confesión extrajudicial en la intimidad de clásico salón de torturas, bien en el cuartel de la policía de hacienda o bien en el palacio oscuro de la policía nacional.

Nomás para darse la idea de los atracones diarios de la Gorda, expongo someramente su diario y típico desayunar: platanitos fritos, frijoles volteados, queso y crema, tamales de azúcar y sal, huevos estrellados con chirmol, cemita alta bien mieluda, leche con café Listo instantáneo. ¡Todo esto sólo para el arranque antes del diario deambular por el mundo peliagudo y cruel de la ciudad capital y sus alrededores proletarios! Por avatares imprevistos que se puedan presentar, en el camino de la casa a la parada del bus, compra algo de comida chatarra como churritos, maní salado, papas colochas, tor-trix y bolis de piña. Alega que es su estratégica reserva, por si no le quedara tiempo de almorzar.

Ya subida al diario batallar guerrillero, al paso por la plaza Hula-Hula, no perdona unos dos jot dog con una gaseosa uva tropical, dice que así se chequea sin llamar la atención. Si le sale al paso una vendedora de “mango tuis” no se negará a la oportunidad. Con la coba de despistar al enemigo cuando anda ahí por el parque de la Centro América, pues atalaya al sorbetero de carretón y le cae a un sorbete doble con jalea de fresa. Ahí la justifico porque son los mejores sorbetes del mundo. A la pasada por San Miguelito se mete al mercado en busca de buñuelos, nuégados y chilate; nuégados y buñuelos bañados con miel de dulce de panela que le endulzarían la vida al amargado obispo de San Vicente.

A esas horas -con lo que ella ha tragado- el día me honraría con hiperácidas agruras vaticinantes de males mayores y tendría que vomitar.

Pero antes de los nuégados y buñuelos, con cualquier paja ya fue a Mejicanos para entrarle a su porción habitual de yuca frita con chicharrones o pepescas sobre un lecho de carminativo curtido de repollo, zanahoria, chile picante y coliflor. Ya para terminar el día, bien en Santa Tecla o bien en los escarpados Planes de Renderos, por lo bajo le hace el tercio a unas pupusas revueltas acompañadas de humeante chocolate cuya fragancia pregona su afrodisíaca esencia garantía flagrante de éxito en lances de amor.

Si la hora del crepúsculo la coge por Santa Anita pues los panes con chumpe con algo de beber como un fresco de ensalada, la salvan de la inanición y le evitan llegar a la formalidad de cenar.

Esta rutina alimenticia sólo la cambia cuando va al interior. Por ejemplo si va al oriente, digamos a San Miguel, a orientar nuevos reclutes con las novedosas formas de lucha y formas de organización revolucionarias, ahí nomás en Cojutepeque se pasa atracando y aprovisionando de salchichones y butifarras de los que desde antaño gozan de fama nacional. Al llegar al desvío de San Vicente una buena sarta de carnitas de tunco con tortillas de arroz o riguas recién sacadas del comal son su deleite espiritual. En esa encrucijada su glotonería la hace flaquear y rompiendo las medidas de seguridad entra a su natal San Vicente por arroz negro con salpicón o sopa de frijoles con carne de tunco y pone en peligro a toda la incipiente organización guerrillera.

Los tamales ticucos, preñados de chiltomates, ejotes y chacalines en salsa, la hicieron delirar y justificar incursiones a Nahuizalco con el cuento de reiniciar la insurrección ancestral de las indígenas masas populares, cuyo último intento –fallido- ocurrió en enero del año 1932.

En Santa Rosa de Lima, los enredos de queso le enredan los pasos y el discernir pero le resultan sólido aliciente ideológico con que enfrentar imprevista adversidad. Los totopostes, en varios pueblitos de La Unión, le resultan un aliciente adicional.

La sopa de patas de Lourdes Colón, las vicentinas tortitas de camote, la conserva de semillas de marañón de Zacatecoluca, el queso duro-viejo de La Puebla; son algunas referencias que guían sus puntos cardinales en su peregrino vivir para comer. Sí que es folclórica y hasta vernácula en el comer. ¡Oh la Gorda, qué cosas tiene la Gorda! Formalmente no almuerza ni cena. Es un sólo tiempo que hace sin parar de seguro pensando en los muertos de hambre del país(ito). Por supuesto que tales extraños caminos de la revolución social la están convirtiendo en toda una gurmet de la cocina criolla. Aunque en estos tiempos de cierta efervescencia en las luchas obreras es tan peligrosamente llamativa por su rotundez y además, la cocina criolla no es el esfuerzo principal por muy popular que sea. Los cachetes sin caché y las nalgas sin corsé ya no le caben en el universo sensorial de la conspiración política en la principiante guerrilla urbana. Todo lo llena con su desenfrenada figura, puede que sea artística y monumental para Fernando Botero, pero en la guerrilla es inapropiada y estorbosa para conspirar y organizar y guerrear. Es una masa de panículos adiposos que no encandilan a las masas populares. Indetenible va adquiriendo el “mal del tordo”: patas flacas culo gordo.

Hasta ahí, todas las disquisiciones culinarias de la Gorda las oía y nada más las plantaba en mi interior. Bien nais navegaba evitando salientes de su orografía corporal y todo devenía en puro amor y paz. Sin clavos. “Últimamente estás bien bromisto, compa” me decía con una sonrisota lunar capaz de eclipsar al sol. El vereque tipo guerra fría entre ella y yo, pienso se originó cuando incauto e inocencio la empecé a casaquear para que bajara de peso. ¿Y para qué si no me la pedía el corvo, o sea que no me la demandaba el deseo? Es decir me valía chonga su opulenta gordura. Y se creyó que todo ese casaquear era porque yo me la quería trincar y por mi madre juro que no. El acabose fue cuando yo muy tranquáis le digo: "yo a vos te amo como hermana y te quiero como compañera de lucha, o sea que no es por aquello que te digo que bajés de peso". Fue allí que se calentó el conflicto al grado de ebullición y me respondió con una animosidad poco marxista-leninista y desde entonces la inquina no ha parado. De la recíproca y aparente fraternidad no queda casi nada, apenas flotan restos en el “Mar de los Talegazos”. Las dificultades y los peligros compartidos en los comienzos son telarañas para el rencor. Y me valdría madre esa diligente dedicación represiva de la Gorda contra mí. Pero por cuestiones sustentadas en la ideología del proletariado no carente de política sexual, mis convicciones respecto a la gordura desde mucho antes eran y siguen siendo ina-mo-vi-bles.

Independiente de la confrontación personal entre ambos, yo empecé a descubrir situaciones y hechos con rasgos alarmantes y relacionados a manejos raros de la Gorda en los que percibía algunas movidas turbias en las finanzas, ya no tan magras de la organización a partir de la “Operación Héroes”. Ella se eludía con la aplicación de correctivos para enmendar malandanzas de nuevo tipo moral pretendiendo estar sentando precedentes disciplinarios dedicados a los pocos confiables burgueses como yo. Oportuno es mencionar que dado los azares vitales de la clandestinidad, la organización estaba convertida en millonaria arca abierta para el peculado de justos e injustos.

Los turbios manejos, dado el rescoldo amistoso del ayer, se los comenté en privado y en voz bien bajita con la esperanza que me daría una somera y satisfactoria explicación. Para qué quiso más. Se le espesó y atrabanco el rencor y empezó con chinitas indirectas y chanzas directas a modo de simbólicas y no tan simbólicas señales y amenazas.

Algunos de esos simbolismos los insinuó el 2 de noviembre, mero día de los fieles difuntos. Allá yo si captaba algo más del significado explícito de la candente amenaza verbal, por lo demás clara declaración de guerra. De entonces para acá ha sido una permanente ofensiva panfletaria, incluso con escritos anónimos como acarreados por el viento del norte. Quería decirme algo sin decirlo y con bastante impunidad. El contexto de tales recordaciones mortuorias me dejaba bien entendible las criptográficas señales. Parapetada en su nivel orgánico, ocultó el enfermizo rencor y distrajo la atención de la dirección nacional con un diversionismo organizativo político diletante dirigido contra mí. La Gorda llegó a plantear que si yo llegaba a la reunión, esa que el Tatarato se vio obligado a convocar con el pendejo mote de “ampliado de dirección”, ella inmediatamente daría la vuelta y se retiraría. Yo, en mi papel de caballero proletario, sigo pensando que la Gorda actuó así por el supuesto desaire de amor que le hice. Yo no computaba que su gran temor era que sus movidas pecuniarias fueran reveladas en el tal “ampliado de dirección”.

El compañero Chiquitón, asistente al mencionado “ampliado”, me confió que había perdido la única posibilidad de denunciar a la Gorda y salir con vida. Ya superado el temor de ser descubierta, la Gorda con tozuda insistencia pidió mi degradación y traslado a cualquier lugar lejos de la capital. Comprendí que sus intenciones eran que en Santa Ana me quebraran el nance. Ni un pinche cortaúñas ni una pieza de mesón donde pasar la noche me procuró la Gorda con la estructura orgánica santaneca. Llegado el momento, fingiéndose Magdalena, la Gorda anunciaría mi “heroica caída en combate” y callaría para siempre todo lo demás. Gorda y oronda cerraría el caso.

Así las cosas, para cumplir la arbitraria orden, me vi obligado a pedir tres meses de licencia sin goce de sueldo en mi trabajo legal con el que cubría mis necesidades personales y apuntalaba las de mi casa. En ese entonces todavía laburaba para una Fundación de las “Catorce Familias” dueñas del país(ito). Por dicha en la Fundación ya había hablado de una nebulosa posibilidad de una corta beca o pasantía en el exterior y no fueron renuentes ni inquisitivos, claro en consideración que estaba recomendado por un funcionario de la CEPAL y sólo había adquirido el compromiso de laborar un máximo de cuarenta horas al mes y sin horario fijo. Pasaba casi como macho sin dueño y esas cuarenta horas las podía cumplir en una semana del calendario gregoriano y regresar hasta el siguiente mes. Ni el KGB me podría haber fabricado mejor pantalla con tan buenos manto y leyenda. ¿Cómo putas iba a despertar sospechas en la ciudadanía y a la cuilia? El imaginario policial considera imposible que un marxista subversivo, un comunista radical, un revolucionario profesional, un incipiente guerrillero urbano, un agitador avispado, trabajase y con algunas prerrogativas en una Fundación de las “Catorce Familias” dueñas del país(ito).

Bueno, la cosa es que ya en Santa Ana, al término del primer día e inmediatamente después de la reunión de presentación de credenciales al mando zonal a la que me llevó la Gorda, para salir de la casi total indefensión en que me encontraba lo primero que hice fue buscar a mi chero del alma Tono Peñate. Se me había ido el nudo del culo hasta la manzana de la discordia cuando me enteré que la reunión había sido en la casa de la hermana del Negro Mario, la endamada con el subdirector de la cuilia local. Del hijueputa cuilio subdirector supe que se ufanaba de siete damas, además de la hermana del Negro Mario. ¿Para qué más sospechas y temores? Era riegue en el vecindario que la casa la ocupaba un escuadrón de la muerte, tanto que dos semanas después fue ametrallada por supuesta gente del ERP. Desde la aciaga reunión yo no había vuelto al malhadado lugar, porque bastaron cinco minutos de conversación con Tono para resolver necesidades de casas, comidas y movilización. ¿Qué más podía pedir a fin de volatizar las fúnebres esperanzas de la Gorda?

Ella de muy encachimbada magdalena, me exige las direcciones y los teléfonos de mis colaboradores en la ciudad. Enfadado y con las palabras tiradas en tropel le respondo: “mirame la seña y no jodás, te acepto todas tus mierdas menos que pensés que soy pendejo, cómo imaginás que voy a acceder a tan tonta pretensión tuya, ¡por la grandísima puta, cara de qué me has visto! ¿no furulás que el simple hecho que vos y el Negro Mario ignoren mis metederos y mis conectes es mi mínima garantía de seguridad aquí y tu hostilidad no pasará de intenciones? Debo minimizar la posibilidad que la cuilia me coja y menos parado o cagando, aumentar mi certidumbre de seguir vivito y culiando, ¿me entendiste? y si no pues es tu clavo y me vale once mil veces verga”.

La onda es que; además de los sentimientos y actitudes de animadversión, de ojeriza y de mala voluntad existentes desde hace ratos que se fueron desarrollando en recíproca dirección no sé desde cuándo y por qué; la desconfianza mutua era evidente y en mí al poco tiempo empezó a tener fundamentos objetivos. Extrañamente a la mayoría de conectes que se tenían con la gente del Negro M...ierda, ocurría que la cuilia (cuando aparecían uniformados) o los escuadrones de la muerte (cuando llegaban de civil) se instalaban anticipadamente ocultos en el lugar del conecte. Se emboscaban pues. En tan fatídico trance, obvia y decididamente sin vacilación era de armar una abundante y ruidosa balacera y a pijazos limpios y sin parapetos y entre relámpagos de victoria salir en guinda.

Pasado el trago amargo de la emboscada enemiga eran de rigor los comentarios y análisis casuísticos en el colectivo a mi cargo. El desánimo se disolvía libando varias amargas bien frías con granitos de sal y gotas de limón. Despacio desaparecía el susto y se avanzaba a una clara conclusión. Conclusión que llevó a plantarme el firme propósito de cortar por lo sano el descontrol del cada vez más claro infiltre enemigo y a diligenciar salir del error de estar en la “Ciudad Morena”, así le dicen los locutores deportivos a la ciudad de Santa Ana y hasta hoy no sé por qué putas. Iniciado lo primero, decidido a todo me aplomé de nuevo en Santa Tecla con intermitentes visitas a Santa Ana. De esa manera volví a disfrutar casi a diario el crecimiento de mis hijos y regresé a mi chamba legal en la Fundación.

En tanto preparaba la exposición de mis argumentos al Tatarato y después al pleno de la dirección. Tal vez no me sancionaban con el fusilamiento, aunque el correctivo templario-cartujo inherente a mi desplante por nada del cielo y de la tierra me lo iba a quitar.

Ya en el Gran San Salvador, en el que los urbanistas gubernamentales incluyen a Santa Tecla, por intermedio de Santiago y del Chiquitón me fui enterando de un existente y creciente malestar al interior de la organización guerrillera pese a su abundancia de medios por su condición de millonaria en dólare$ imperiali$ta$ obtenidos a sangre y sudor sin llantos. Malestar que se vino agrandando con la acelerada e imprevista convocatoria al “ampliado de dirección” que fue considerado un pretexto burdo y bajero del Tatarato para eludir la convocatoria y realización del Consejo Nacional de Delegados. El malestar político interno era ampliado por los recientes desatinos estratégicos y los desvergues tácticos de la Dirección Nacional. Desatinos y desvergues, ya muchos para ser ignorados. Para muestra recuerdo algunos: el descalabro de la ignorada Batalla de Acajutla, la plancha con los chilenos del MIR que vinieron a dar escuelas militares, la retirada de la DRU, el apagón nacional ejecutado por STECEL, la prepotencia y la miseria humana de los cuatro de la Dirección Nacional, la pésima administración del pisto recaudado con los impuestos de guerra, la desaparición de la avioneta bimotor, con experimentado piloto y “notables” viajeros, cuando volaba sobre un mar del sur sereno y tranquilo frente a Nicaragua.

Esos y otros desvergues más no tan notorios, se han venido acumulando y creando contradicciones para provocar un aluvión de conspiraciones internas.

Es pobre ilusión del Tatarato creer en milagros y esperar que en poco tiempo las contradicciones se concilien y de callada manera todos los problemas internos se solucionen.

Así la Gorda, con toda desfachatez tuvo la ocurrencia de plantear su condición única para participar en el ya convocado “ampliado de dirección”: que yo ni me atreviera rondar a menos de tres leguas a la redonda del lugar de la reunión y sus airadas peticiones insistieron con gorda terquedad. “Redonda mi verga que jamás entrará en su redondo culote y vaticino que no sólo peso va a perder la maje”, tal pensamiento lo enmarqué con elocuente sonrisa al escuchar la confidencia del compa Chiquitón hacia mí que finalizo con solidaria frase de “No te preocupés compa que yo te ayudo a resolver tus vereques con la Gorda”.

Debo admitir que el Tatarato se salió por lo pronto con la suya. Apuntaló la convocatoria sobre el tango que el recién fundado “Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional” decidió, en nuestra ausencia unitaria, lanzar la ofensiva final entre noviembre y enero. Salidos de la recién disuelta Dirección Revolucionaria Unificada (DRU) se pasó a constituir el FMLN, la RN quedó silbando en la loma viendo pasar el tren y por lo mismo fuera de la revolucionaria jugada unitaria.

El 2 de octubre de 1980 dejó de llover y se empezó a configurar una agradable canícula mas los azacuanes que presagian la inminencia de la estación seca, no se hicieron presentes y el 18 de octubre volvió la lluvia y con más intensidad. El interín que estableció la canícula estableció mejores condiciones y justo el 10 -a mediados del fenómeno meteorológico- fue fundado -por tres organizaciones- el Frente Farabundo Martí para la liberación Nacional (FMLN). Muy avivado el Tatarato dijo: “no nos queda más remedio que aceptar lo decidido por las FPL, el PC y también el ERP respecto a la Ofensiva Final, así que hasta antes de enero nada de Consejo, más bien les aconsejo que no distraigamos esfuerzos en pleitos intestinos, ya habrá tiempo a finales de febrero después del triunfo y a lo mejor entonces los agravios estén proletarizados y hasta olvidados”.

La preparación de la ofensiva final jalaba tan fuerte que todos cedimos, no sin consideraciones como que si de aquí en cinco meses, que se cumplirían a finales de marzo, no se lanzaba, pues no habría ningún pretexto válido y se tendría que convocar sin dilaciones al Tercer Consejo Nacional de Delegados. En el ambiente pre-ofensivo quedaba oculto y bien escamoteado el deseo de desquite y voladuras de cabezas y actos políticos similares de sano juicio proletario y de saludable justicia revolucionaria. En tanto el Tatarato se preparaba para instalarse en la Managua sandináis tal cual, dijo en el “ampliado”, hubo ordenado el Frente a cada dirección nacional de las cinco organizaciones constituyentes del recién fundado FMLN. “Por lo menos cada Secretario General/Comandante en Jefe y por supuesto su comitiva de apoyo debe instalarse en Managua”.

Dicho y hecho. Las metáforas pasaron a órdenes militares y en dos meses llegó el día de iniciar la ofensiva final. Las horas de la víspera se fueron sintiendo con un moroso y lento transcurrir propio de la subjetividad humana cuando se intuye la proximidad de una catástrofe. Diferencias en el humano percibir de los tiempos que envuelven a las almas y revuelven el entendimiento. El tiempo cronológico siempre igual: días de veinticuatro horas, horas de sesenta minutos, minutos de sesenta segundos. El tiempo psicológico alargado por los minutos y las horas en trepidante espera. El tiempo político imposible de determinar pero desfasándose más de la efervescencia combativa de las masas obreras, en declive por la represión desatada por la dictadura militar en escalada fascista. Algo no lograba cuajar en los planes. Así fueron las horas y los días previos al inicio de la ofensiva final.

Con esa mezcolanza de tiempos incidiendo en mi ser, trataré de croniquear mis implicaciones en la ofensiva final. Con tales implicaciones pesando en mi alma, llegaría a los hechos que me ataron a la gran aventura tica, aventura que cambiaría todo mi ser.

 

ENERO 1981, DÍA SÁBADO 10. ¡¡¡Por fin!!!.

0600 horas: termino mis diarios aeróbicos, un elegante chicharrón por lo demás extenuante; luego me baño y enseguida procedo a darme una suculenta y proteica comida que bien puede ser mi último desayuno... la mañana despierta algo displicente por lo tarde que sale el sol tropical en estos días... la semana antepasada, a propuesta de Santiago, me dieron dos opciones... una, quedarme como “enlace estratégico” entre la capital y el “puesto de mando” metropolitano, que se instalará en una casa prolijamente acondicionada en las afueras de Apopa... la otra opción es incorporarme al “puesto de mando” como encargado de información e inteligencia militar... cuando me referí a las opciones dije "me dieron", porque así doy una idea más clara de la "ubicuidad" con la que actúa la casi todopoderosa Dirección Nacional, siempre en vigilia, atenta a quien hostigar... esa condescendencia hacia mí en un momento tan crucial, me ha dejado la impresión de que la Dirección se percató que en verdad la Gorda quería joderme... como que flota un airecito de arrepentimiento, perdón y olvido... yo decido, por un eventual sueño de efímera gloria, quedar en el "puesto de mando" participando del inminente primer triunfo nacional de la lucha armada revolucionaria camino al socialismo...

0700 horas: me entera el Chiquitón y no me extraña, que todavía tengo que ir a dejar a Santa Ana a dos oficialitos de academia rusa recién llegados ayer, casi directamente de Moscú, con las teorías militares más novedosas y avanzadas para una guerra en los Balcanes... estos van de asesores del "puesto de mando" occidental... "pues sí, como vos has estado en Santa Ana y conocés a los compas de allá", me dice el Chiquitón queriendo apañar el desorden... "y lo tenés que hacer bien al chile de modo que a las 1715 horas a más tardar estés por la Atlacatl en camino al puesto de mando de la metro"...

0930 horas: el viaje de entrega a Santa Ana lo hice en un poco menos de dos horas, ida y vuelta... de nuevo en San Salvador veo a Marcos, otro bisoño oficial de los recién llegados de la “Madre Patria”, la socialista y soviética... el propósito del también inesperado conecte es entregarle una pistola de las que supuestamente le sobran al "puesto de mando" metropolitano... pero resulta que la única pistola que tengo es la que hace unos siete años me regaló mi hermano, cuando vino de visita de los EUA... accedo a entregarla en calidad de préstamo atenido a que he llevado a la casa del "puesto de mando" en las afueras de Apopa tantos barriles cerrados, imagino con toda clase de armas cortas y largas de infantería y muchísimas municiones y explosivos industriales, que no voy a perecer por la más mínima escasez en el fragor de las batallas que se anhelan... ¡es una súper Colt 45 chivísima!, con cacha cubierta de carey y filigranas de oro y en el punto de mira un rubí... es una Colt de colección bien plantosa en cualquier estado mayor...se la prestaré al bisoño y ojalá no la pierda y me la devuelva al día siguiente del mitin triunfal en la Plaza Libertad...

1100 horas: el Chiquitón me dice que tenemos que llevar un último viaje de barriles de una bodega en La Rábida al "puesto de mando" metropolitano... ¡por la puta otra improvisación casi jazzística y después se preguntan por qué jodo tanto!... pero la hora es propicia dado el mayor volumen de tráfico en la Troncal del Norte, que casi llega a trabazón vehicular y que distrae la atención de la cuilia desde la colonia Atlacatl en delante... el viaje se hace sin ningún clavo pese al nerviosismo de nuevo tipo que se asienta en la médula espinal...

1430 horas: debo a mi suerte la gratitud eterna a lo inesperado de un regreso a casa encubierto en el procedimiento urgente e inopinado de guardar el vehículo que utilicé en la improvisación jazzística de hace un rato, siendo propiedad de un colaborador de confianza y leal sabrá esperar la devolución cuando noticias de mis andanzas lleguen a casa y yo mismo regrese triunfante o derrotado... sin embargo ahorita se me empañan dicha y felicidad porque los cipotes no han vuelto del colegio... en casa sigue todo con la normalidad de todos los días... ojalá regresen pronto los cipotes y los pueda ver antes de volver a salir, a lo peor para nunca regresar... de repente caigo en la cuenta que estoy solo con mi mujer y que el hambre se me ha ido y la taquicardia con que amanecí es más intensa... sin hambre de comida la libido se me alborota...

1433 horas: por la espalda de ella me aproximo al sexo contrario... ¡bendito sexo complementario!... le doy un beso lambisqueado en la nuca con el que impulso más el deseo... estigmatizo el inicio donde la lengua empieza el trepidante y trémulo camino... no obstante ambos intuimos una despedida... con cálida habilidad voy desabrochando los bluyines... meto mano donde se enredan los más agudos suspiros y los gemidos más urgentes... mis dedos empiezan a percibir la ardorosas humedades... mi columna de llamas etéreas prende el fuego e incendia el bosque de seculares matas capilares entre las colinas de glúteos territorios... desde ese instante, ella y yo, afanosos nos buscamos con la intensidad apremiante de saber y querer ignorar que este acto íntimo puede ser el último entre los dos... el fin en la ejecución de la novena... la conclusión de la sinfonía... más pronto de lo esperado y deseado en estos instantes, el alborozo se derrama reiterando la primera noche del tálamo nupcial al momento de la ruptura del himen como constancia de la seducción... fijando los sudores de un cuerpo a otro, enajenados llegamos a la sacudida total de cada una de las auras... accedemos al gusto que deleita a todos los poros y provoca la felicidad eterna del instante... una y otra vez entro a la médula del placer derramando vitales líquidos... se agota la infinita brevedad de los tiempos de que disponemos... todavía en llamas, sin haber conseguido sofocar las pasiones, nos vestimos apresurados... a modo de conjuro que asegure un pronto regreso, algo dejamos pendiente... es un acto de beatífica sodomía que ambos gozaremos en el reencuentro...

1657 horas: dentro de cinco minutos debo pasar por el Chiquitón que sentado muy chiquitonamente en las gradas del atrio de la Iglesia Don Rúa estará esperándome, no a la sombra de cerezos en flor, sino del acicular campanario del templo... no sé por qué me acuerdo de Amanda caminando sobre calles mojadas de esperanza... quizás porque muchos no volverán...

1731 horas: el Chiquitón y yo llegamos con un minuto de retraso a la casa, que supongo prolijamente acondicionada, donde se instalará el "puesto de mando" metropolitano a dirigir la parte de la ofensiva final que le corresponde y eso incluye el accionar en la misma capital... los dos habíamos sido programados en llegar de último... ahorita quedan justos veintinueve minutos para que se inicie dicha ofensiva final y pienso que hay tiempo para un café y de ser posible algo más como unas dos pupusas o un pedazo de cemita...

1732 horas: lo de prolijo acondicionamiento nomás al entrar queda superado y no precisamente con mesura... totalmente apantallado y luceado admiro la casa ahora convertida en casa-cuartel... la tienda que sirve de pantalla parece un surtido mini súper de la burguesa colonia Escalón, hecho por lo demás un tanto llamativo en el entorno de pobreza refinada donde está emplazada... un cuarto, en el que asumo se instalarán los de comunicaciones, adquiere la luminiscente penumbra vaga de cabina de jet a punto de alzar subrepticio vuelo nocturno a causa de las titilantes luces provenientes en su mayoría de diodos emisores de luz en woki-tokis, escáneres, radios con todas las bandas habidas del espectro radial y otros ingenios electrónicos por mí desconocidos... en otro cuarto (iluminado con circunspectas luces fluorescentes, hay dispuestos en mesas y colgados a las paredes todos los mapas, croquis y planos del país(ito), publicados desde 1967 a la fecha, como para que ninguna chinita se pierda) permanece tieso de solemnidad y temor un nuevo oficial de los recién venidos de la Rusia Soviética y que fue asignado por la ubicua dirección nacional como asesor militar del mando metropolitano...

1743 horas: paso a otro cuarto y ahí el Chiquitón se acerca a decirme muy en baja voz: "aquí estará el estado mayor zonal es decir nosotros, el mero mando metropolitano"... esta estancia asignada al mando luce iluminada con los focos concisos de las lámparas que los dibujantes arquitectónicos usan y la penumbra en el lugar contrae un ambiente de vaporosa y subversiva y risueña y azulina inquietud con mínimas premoniciones castrenses... entre sorprendido y por la gran puta qué es esto, descubro docenas de casetes originales con música de Beethoven, Frescobaldi, Scarlatti, Bach, Mozart, Telemann, Vivaldi, Haydn que nos incitan a los hombres recorrer todas las escalas tonales de las pasiones divinas y a crear... me llama la atención que varios son grabaciones de Jean Paul Rampal... ¡aaah, esa era la onda del Chiquitón cuando me convocaba a charlar sobre música barroca y jazz!... en otros estantes, libros en lujosas ediciones contienen la magia y la felicidad descubiertas por Balzac, Borges, Cervantes, Proust, Cortázar, Quevedo, Salarrué, Durrell y Carpentier... y tengo la sensación que al parecer del Chiquitón esta ofensiva militar será una kermés de un par de días y mi interior es invadido por un idealista optimismo... en todo caso, agua y comida se tienen mínimo para un mes de bélico trajín o de artística bacanal...

1800 horas: ya debían oírse nutridos disparos y frecuentes explosiones como indicios iniciáticos del curso público de la ofensiva final... por los woki-tokis no se recibe comunicación alguna... la tensión del quieto esperar crece... en los escáneres no se oye nada del enemigo que comunique que algo significativo esté rompiendo la quietud de los últimos cincuenta años de dictaduras sombreadas o no...

1817 horas: ya están más que declaradas las oscuridades de la noche sin luna y con cielo despejado que hacen posible ver que las estrellas titilan a lo lejos e inspiran escribir los versos más tristes de una canción desesperada, pero yo espero impaciente empezar mi trabajo de análisis de la información que vaya entrando por los artilugios de comunicación del mando... por supuesto el silencio es información vital que analizar o más bien descifrar... no se escucha que algo esté ocurriendo...

1820 horas: por fin se diluye el untuoso silencio que amilana el vitalismo del momento... a lo lejos se oyen desperdigadas ráfagas de fusil que se ubican en el centro de Apopa allá por el mercado... una que otra explosión difícil de ubicar por la lejanía... iluso pienso que en un par de horas o a lo sumo al amanecer, la capital del país(ito) estará resueltamente tomada por las fuerzas de la Revolución... no debo entusiasmo puesto que considero a la capital un hoyo de mierda capaz de tragarnos el mandato como ocurrió hace un año... uno de los woki-toki comienza a transmitir y la atribulada voz vislumbra un panorama desconsolador... de pronto vuelve el silencio radial... mi angustia y mi ansiedad se mezclan... ya no se sabe más de lo que a lo lejos se escucha...

1840 horas: rompiendo toda previsión, al "puesto de mando" llega Plutarco, quien comanda la fuerza encargada de la toma de Apopa... bastante alborotado y sudoroso y con su cara no sugiere buenas noticias y su voz lo confirma al decir que la guardia nacional con todo y tanquetas ya está entrando a Apopa pues parece que las emboscadas a cargo del PRTC, unas y otras a cargo del ERP no funcionaron, que a su woki-toki de un balazo enemigo perdió la antena y ya no pudo seguir transmitiendo y que considera que de inmediato hay que iniciar la evacuación del "puesto de mando"... o se aculeraron los cuatro gatos del PRTC o el Perico Jovel se los llevó a Managua sin avisar y los del ERP se están desquitando que no los quisimos en la DRU, pienso ya ahuevado y a continuación con voz cascada pido una pistola y un par de granadas y no sé quien me dice que no hay...

1845 horas: escuchado el informe de Plutarco, sin discusión alguna se organiza la guinda...

1847 horas: la cara se me hace nudo –de horror, encachimbamiento, melancolía, disgusto- al saber que el armamento para el "puesto de mando" se reduce a la siguiente dotación: una subametralladora Uzi, un fusil de asalto G-3, dos pistolas subametralladoras MP-5, dos fusiles de asalto Galil y a lo sumo unas siete granadas... ¡y por la gran puta, somos veintiuno en total incluyendo a los compas de seguridad!... por la más simple aritmética, catorce quedaremos casi desarmados y siete sólo con las puras uñas y dientes para darnos verga... el número de desarmados adquiere una cabalística premonición de inminentes desgracias y no porque sean múltiplos exactos de siete los números en juego... sin ánimo de blasfemar me cago en Dios en cualquiera de sus advocaciones si lo que transporté en el vergo de barriles cerrados fueron radios, baterías para radios, lámparas de mesa, un pijazal de libros empastados y casetes de música clásica y sólo unos cuantos fierros entre fusiles, pistolas y granadas... ¡qué cagada la del Chiquitón, que fue el encargado de la logística de pertrechos bélicos para el “puesto de mando”!... de seguro pensó que estaríamos sobrados para dedicar tiempo y oportunidades al deleite espiritual... ¡de plano que se la rifa! y lo menos que se ha ganado es una colgada de huevos...

1854 horas: impartidas las ordenanzas para la ignota marcha que se aguarda, se llama a formación de retirada... antes de despedirse, a Plutarco se le ocurre repartir una docena y media de bombitas de pita hechas por los artesanos pirotécnicos de Paleca y que conjeturo vio -en un estante de la tienda-pantalla del "puesto de mando"- al entrar al lugar... por lo menos con alguna bullita -en tono de pachanga menor- podremos responder a los requerimientos del enemigo...

1859 horas: en un escenario de tragedia y sueños rotos se inicia la guinda... pronto me enteraré de cuan corta o larga, heroica o prosaica, llegará a ser...

2050 horas: casi dos horas subiendo y bajando emociones y laderas desconocidas para mí... ya deberíamos haber encontrado algún pelotón de los de Guazapa o estar justo al pie del cerro y el jefe de seguridad considera un alto en la marcha y evaluar la situación... el lugar resulta desconocido... el cuarto de luna y el brillo fantasmal que emite cercano poblado me permiten descubrir, desde el charral que nos cobija, un terreno lindante a escasos metros de mi atalaya y que me parece una polvorienta cancha de fútbol mascón... veo el terreno baldío como reducción máximamente prosaica de la lechosidad de la Vía Láctea... esa visión me justifica el motivo del alto en el camino... como a tres cuadras más allá de la evidente pelazón vegetal de la supuesta cancha, se ve la nitidez precisa de una fila de potentes focos encendidos que se mueven... sin duda son luces de vehículos en sinuosa marcha... el casi simultáneo ruido que las acompaña me hace deducir que es de camiones en movimiento sobre un camino accidentado... a estas horas y en estas circunstancias y tomando en cuenta el lugar, sospecho que debe ser un convoy militar... pese al desasosiego reinante logro atinar que se trata de siete camiones que no vendrán vacíos... ¡demasiados para el cansancio o la decepción que me embarga e iluso me pregunto si serán amigos o enemigos!... pero nuestra marcha no se detiene... ¡es incontenible!... solo es para esperar el pase por el descampado, que la poca luna me hace seguir viendo como cancha de fútbol mascón de paupérrima barriada de la periferia de la capital, para alcanzar el abrigo del charral próximo y más inmediato... sin que me abandone el azoramiento llegado el momento salgo a la carrera...

 

 Tomado de:

Operación baby

18 enero 1995 – 4 mayo 1996.

ASIN: B018F27BZ6

Publicado en Amazon: 22 noviembre 2015.

 

Luisfelipe Minhero.

Autor Independiente Salvadoreño.

Página de Autor Central: amazon.com/author/luisfelipeminhero


Continuaré la publicación el viernes 15 y sábado 30 de enero de 2021.


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