Un comentario sobre Roque Dalton y Roberto Bolaño, provocado por un chucho de guerra, meca(nico), recién presentado en sociedad.

 

Un comentario sobre Roque Dalton y Roberto Bolaño, provocado por un chucho de guerra, meca(nico), recién presentado en sociedad


Masacuatos Propiamente Dichos, de izquierda a derecha: Eduardo Sancho, Roberto Monterroza, Alfonso Hernández, Rigoberto Góngora, Manuel Sorto y Luisfelipe Minhero. Foto Roberto Salomón, 1970.

 

Respecto al chucho meca(nico), que ni por cerca es como los chuchos orga(nicos) que trajeron los europeos para matar indios en las guerras de conquista de México, Guatemala, Perú y etcéteras. Pues éste, es un artilugio electrónico con patas y demás (del que una antigua novia, a la que todavía le quedan muchos encantos, me envió una nota periodística con foto) y que parece recién se dio a conocer por los desmedidos medios y con la complacencia de los guerreristas reaccionarios solapados en los aparatos de estado (familias, gobiernos, iglesias, medios), mi opinión púdica es:

No pasa de ser una muestra de un modelo de pinche dron terrestre, desmesuradamente armado y equipado, no tripulado, técnicamente inferior a los que vuelan, pero más barato. Por lo tanto están urgidos de probar y utilizar -lo más pronto- sobre el terreno donde todo tipo de conflicto social se exprese y las burguesías dominantes consideren que la sedición y la subversión proletaria cunden, contrariando la estabilidad de la “democracia” burguesa.

Aunque es bien probable que ya estén probados y por el qué dirán no lo afirmen y por el contrario, se jalan los cabellos con las angustias existenciales democraticoides de moda, pero que, con la cara de concreto y del diente al labio. Dicen que, esos canes, chuchos, perros de guerra (o como se quieran nombrar), han rebasado la línea ética, moral y legal que debiera normar el comportamiento “humanista” que en toda guerra debe prevalecer.

Pero tales pretensiones burguesas de “humanizar” tal maldito “bendito arte” de la guerra, son falsas y vanas, en especial referidas a las guerra injustas de punta a punta. Ni tan siquiera las guerras, que los aztecas llamaron floridas, son justas.

Las únicas guerras “no del todo injustas” pero aceptables, pueden ser las de liberación y las defensivas, siempre que se hayan agotado todas las instancias de negociaciones parlamentarias, como ocurrió en el país(ito) al final de la década de los ’60 en el siglo XX.

En honor a la Verdad, la línea ética, legal, moral y técnica, fue rebasada desde los inicios de la humanidad, justo cuando ésta se dividió en clases sociales antagónicas. División que nos ha llevado al "mundo oscuro y peligroso" de la avaricia y la ambición, nada justo, ético ni moral y por ende sin remedio, devino en una serie interminable de rebases de toda clase, pero de la misma naturaleza.

Stanley Kubrick escenifica de manera magistral el inicio de tal escalada de rebases ético-morales, en la memorable escenificación cinematográfica inicial de "2001, odisea del espacio", cuando el personaje representando un antiguo Homo sapiens, tira al espacio, en un alarde de prepotencia y soberbia, algo que me pareció un fémur, para que, al cacharlo proceder a matar a un semejante que se defiendo nomás con las uñas y adueñarse de su territorio.

Claro este dron “canino”, recién dado a conocer, está inspirado en la estrambótica sensiblería actual respecto a los chuchos, previamente creada e impuesta a las inmensas mayorías socialmente insensibles, pero subnormalmente creyentes y sumisos, que todo lo toman al “sua”, incluido toda sana expresión de humanismo, que sin remedio se les unta, a las injustas guerras de conquista y saqueo desde los preparativos y con suficiente antelación a las confrontaciones bélicas en caliente.

Valga traer a la memoria que, un tremendo avance “técnico”, respecto al fémur de la escena de Stanley Kubrick, que arrasa la línea ética, moral, legal y técnica imperantes de entonces, que lleva a otra cota de inhumano progreso, es la quijada de burro utilizada por Caín contra Abel y... en ese progresar llegamos tan campantes al orden actual, tan desmesurado en crueldades.

A mi modo de ver, tal es el punto de partida de la inquieta relación, diría más bien patológica y escatológica, entre Bolaño (dado su asombro reverencial por las guerras floridas de los aztecas y que yo comparto) y algunos intelectuales salvadoreños, de esos que yo denomino cosenos, obscenos, oscuros y tangenciales.

Por suerte tal insidiosa relación apenas se esparce en limitado círculo de intelectuales “letrados” anticomunistas, de mi odiosamente amado país(ito), que se hace poco perceptible por las sandeces absurdas y tontas de los adláteres del corifeo. Y no señalaré ni 1 tan sólo de esos entes prosaicos, para no disgustar a ninguno que se podría quedar innombrado, por premeditado olvido, o no.

Sin embargo habemos quienes, con los que dicha relación intelectual, se enrique, aun sosteniendo antagónicas conceptualizaciones al respecto de las guerras floridas, inspiradas en el modo azteca de guerrear y su forma de llevarlas a la práctica concreta como lo fue en la más reciente contemporaneidad de las 2 décadas de los años ’70 y ’80 del siglo XX en El Salvador y cuya acumulación político-militar que se logró en esos 20 años de lucha revolucionaria, no se escatimó en dilapidar, dado el oportunismo de muchos, hasta llegar a la actual desvergüenza.

No hay que olvidar que, del movimiento político-cultural Brigada la Masacuata, surgió la guerrilla más "cul, fashion y sexi" que en el mundo entero ha existido y que durante 20 años continuos de guerra florida y de liberación, fue pasando por diferentes modalidades guerreras.

Según el decir de Miguel Huezo Mixco (poeta, novelista y ensayista salvadoreño), Roberto Bolaño pasó alguna vez por El Salvador. Parece que venía espantado. La leyenda dicta que el viaje entre Santiago de Chile y la Ciudad de México lo hizo por tierra, abordando autobuses y pidiendo aventones. En esa ruta paró en San Salvador. Aquella brevísima estancia en la capital salvadoreña, que tuvo lugar en una indeterminada fecha de 1974, ha dado lugar a una serie de equívocos que ahora forman parte del mito Bolaño, afirma Huezo Mixco en un artículo que publicó en 2011 en El Faro, el periódico digital salvadoreño.

Sería curioso definir objetivamente la relación de Bolaño con El Salvador, a fin de corregir esa fantasía, que Bolaño conoció a Roque Dalton, que más parece concebida como parte de la producción mercadológica de Bolaño.

No obstante para mí, Roberto Bolaño, siempre es agudo y provocativo, además de creativamente genial. Pero yo añado, que también el alma (no sólo el cuerpo) de la novela, es su simultánea elasticidad, lo cual reconstituye y permite su calidad permanente y posible a ser recreada por los lectores, que la honren.

Socializo, ahora, algunos párrafos del artículo aludido. Considero que provocaran sumo interés y será de utilidad pública, para mayor gloria de la Verdad histórica. He aquí esos párrafos del artículo de Huezo Mixco:

En una brevísima reseña sobre Los detectives salvajes publicada en el sitio web de la tienda Barnes & Noble, donde se pregona que Bolaño estuvo en El Salvador con el poeta Roque Dalton y que conoció a sus asesinos. Pero esta afirmación, que uno se encuentra por doquier, no pasa de ser una fantasía.

El único país que Bolaño mencionó públicamente fue El Salvador. Comencemos por despejar que no vino a buscar a Roque Dalton, sino a Manuel Sorto. Meme Sorto es un personaje de la vida real -si esto existe-.”

Un día indeterminado, en torno al mes de abril de 1974, Manuel Sorto recibió una llamada telefónica: era Bolaño. Le dice que está en San Salvador. Sorto recuerda: “llegó en bus, con mochila y no se quedó más de una semana”. Al parecer Bolaño dio con él preguntando en la Dirección General de Cultura del Ministerio de Educación, donde Manuel ya era muy conocido. Los dos amigos se encontraron y fueron directamente por el equipaje de Roberto a una pensión barata ubicada en el centro histórico de San Salvador, en las proximidades del parque Libertad. De allí se fueron al barrio donde Manuel residía con su madre y su hermana, en el pasaje 1, casa número 9, de la colonia Atlacatl, un punto de paso de pintores, escritores y cineastas.

Durante esos días Roberto Bolaño apenas tuvo contactó con algunos amigos de Sorto. La mayoría de los integrantes de La Masacuata ya estaba operando clandestinamente. Estos eran Alfonso Hernández, Rigoberto Góngora, Salvador Silis, Luisfelipe Minhero y, de nueva cuenta, Eduardo Sancho. Tuve la suerte de conocerlos a todos en tertulias literarias o, más tarde, en las zonas guerrilleras del norte del país. Con excepción de Minhero y Sancho, todos encontraron la muerte en la guerra civil. Como Bolaño, todos habían nacido alrededor de los años 50.

De aquellos núcleos guerrilleros iniciales, uno de los mayores era Roque Dalton. El poeta, quien ya era una leyenda viva en el país, había ingresado en secreto, con papeles falsos, bajo estrictas medidas de seguridad, el 24 de diciembre de 1973. Venía investido con el cargo de asesor de la dirigencia del naciente Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). La noche de Navidad la pasó en el apartamento del que luego sería el autor intelectual de su asesinato, Alejandro Rivas Mira (Capitán Sebastián Urquilla). Ese lugar estaba ubicado en los alrededores del parque Libertad, a corta distancia de la pensión donde se hospedaría, meses después, Roberto Bolaño. Esto es lo más próximo que ambos estuvieron en toda su vida.

Me apresuro a decir que, hasta donde conozco, Bolaño nunca dijo haber conocido a Dalton. Es muy difícil establecer el origen de esta falsedad que más parece concebida como parte de la producción mercadológica de Bolaño. Lo que sí dijo es que vivió en El Salvador y que conoció a los asesinos de Dalton.

Dice: “Yo conocí a varios de los que mataron a Roque Dalton. Viví en El Salvador antes de que comenzara la Guerra Civil (...) Cienfuegos, que es uno de los que dieron la orden de matar a Roque Dalton, yo me pregunto si, incluso, no hay allí una enemistad literaria (...) [De] los diez comandantes principales cuatro eran escritores. Y a dos de ellos los conocí. A uno que se llamaba Cienfuegos y a otro que no sé cómo demonios se llamaba”.

Vayamos por partes. Lo primero: es improbable que el autor de 2666 haya conocido a los matadores del poeta. Durante los pocos días que permaneció en San Salvador, Bolaño se reunió con algunos amigos de Sorto, pero, como he dicho, los poetas de La Masacuata ya se encontraban viviendo en los rigores de una sociedad secreta. Era muy difícil que los llegara a conocer. Además, ninguno de ellos formó parte del “comité” que participó en el asesinato de Dalton en 1975. El único que estuvo en el perímetro de aquel horrendo crimen fue Eduardo Sancho. Su seudónimo era Fermán Cienfuegos, y es el comandante al que Bolaño alude líneas arriba. Cienfuegos fue el jefe inmediato de Dalton hasta su muerte. Pero, al contrario de lo que dijo Bolaño, fue el único miembro de la cúpula del ERP que se opuso al asesinato del poeta.

“Pero vayamos al punto central. ¿Existió alguna posibilidad de que Bolaño se entrevistara con Dalton en 1974? En el compartimentado mundo de aquella sociedad secreta, a Dalton solo podía accederse a través de Cienfuegos; y Bolaño solo pudo haber tomado contacto con este a través de Manuel Sorto. De acuerdo con Sorto, esto jamás ocurrió. Sorto, además, nunca conoció a Dalton..

Ya para finalizar mi comentario, respaldado con los fragmentos de la autoría de Miguel Huezo Mixco, valga que aclare, que el anhelado (re)ingreso de Roque al amado país(ito) nuestro, en realidad fue en setiembre de ese año 1973 y no precisamente el 24, inolvidable para mí, pues cumplía el primer año de nacido mi primogénito. A Roque, yo lo fui a esperar a la Terminal de Buses de Occidente en San Salvador y por cuestiones de estricta compartimentación sin nadie de acompañante. Amparado nomás en un riguroso hermetismo y absoluta discreción como enérgica medida de seguridad, armado con una pistola Walter PPK calibre 9 mm. y otra para Roque que dejé guardada, con 3 o 4 granadas fragmentarias, en la guantera del carro. Al bajar, Roque del bus, de inmediato lo llevé al local de seguridad de una célula guerrillera, instalado en un mesón en las inmediaciones del Mercado Central, donde conoció a la compañera Lil Milagro Ramírez pues fungía ella, como responsable político-militar de la célula en cuestión.

Con ardides o ideas, llevados a la práctica en ocasión de la recepción de Roque, valen verga los drones, terrestres, marinos y aéreos.

San Salvador, 9 de noviembre de 2021.

Luisfelipe Minhero.

 

 

Luisfelipe Minhero.

Autor Independiente Salvadoreño.

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eCorreo: luifelmartinez@hotmail.com


Comentarios

  1. Así como en las guerras floridas habrá quienes muelan los huesos de los muertos para adquirir un poco de fuerza mediática y satisfacción orgásmica en su soledad sideral.

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    1. Pues me parece que sí... soledad que no será como aquella que es de los que "siguen la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido", según lo dijo el Poeta, estimado Hever.✊✌⚒🛠✌✊

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