Les diré que llegué de un mundo raro. (Párrafo).

 

Les diré que llegué de un mundo raro

(Crónicas anticipadas de un paraíso desafortunado)

Párrafo.

Les diré que llegué de un mundo raro (crónicas anticipadas de un paraíso desafortunado), es una de mis novelas, que también parte de hechos históricos. En esta en particular, algunos de los ocurridos en la última década del siglo XX y en los 3 quinquenios iniciales del XXI.

Con la divulgación, de este otro fragmento de mi novela “Les diré que llegué de un mundo raro (crónicas anticipadas de un paraíso desafortunado)”, espero provocar deseos de leerla, no por gusto está publicada en formatos de libro digital (eBook) y libro de papel (pBook). El vínculo a su página en Amazon es: https://www.amazon.com/-/es/Luisfelipe-Minhero/dp/1731386230/ref=tmm_pap_swatch_0

Pero también, se me está haciendo costumbre recordar promociones vigentes de mis libros, tal el respetable descuento, aplicado, a la edición en rústica (pBook), de mi antología cuentística “La saga de los espejos”, cuyo vínculo directo es: www.amazon.com/gp/product/B087SHC9ST/ref=dbs_a_def_rwt_hsch

Vale entonces, recordar que, la edición digital (eBook) de mi novela “Motivaciones para un demoledor de mitos y muros”, continúa en preventa, que se sabe finaliza el 13 de mayo de 2022. El vínculo a ella es: https://www.amazon.com/dp/B09NHL8V4W

Atentamente,

Luisfelipe Minhero.

Autor Independiente Salvadoreño.

Página de Autor Central: amazon.com/author/luisfelipeminhero

Blog: luisfelipeminhero.blogspot.com

Féisbuc: https://www.facebook.com/Luisfelipe.Minhero/





 

Les diré que llegué de un mundo raro (crónicas anticipadas de un paraíso desafortunado)

Fragmento.

Al parecer hoy quizás amaneciste y despertaste con los meados revueltos y teniéndome a tu cercano alcance material, a no más de un jeme de distancia como para ponerme en la mira de cualquier miserable pistolita Astra calibre 22 y sin fallo volarme los sesos, pero también provocándome una firme erección peniana. Con tal atmósfera de encontradas emociones, entre eróticas y homicidas, pues así nomás empezaste a despotricar y a descargar rabietas sobre mi poética humanidad.

Despotriques que percibía como confitadas descargas que no consiguieron sacarme de mi armónica relación de tranquilidad inestable con el Universo a nuestro derredor. Y por supuesto que la viril erección se me vino abajo sin haberse resuelto como la universal naturaleza manda y ordena. Tremendo desperdicio del vigor sexual ante las edades que rondamos, mejor dicho por la edad que yo rondo con efectiva parsimonia, que sin duda en cuestión de un par de horas me pondrá con un genio iracundo de la gran puta sin saber quien se llevará el real del mandado, hasta que se presente en cuerpo y alma.

Es que yo amanecí virado, pensé, pero sin certeza si más a la izquierda y ni pinche cerveza a la mano… ¡¡imaginate!!: vos con los meados revueltos, yo virado ojalá tantito más a la izquierda… ¡es para que inicie el acabose de un amor tan extraordinario como el nuestro, de mí para vos y de vos para mí... o una guerra mundial ya tan proclive de estallar con tantas bengalas nucleares por ahí!

En ese instante tuve la brillante idea de no escribir más novelas -de las que tengo la percepción te repugnan u ofenden, pero no sos la única- y consideré oportuno el momento para empezar a escribir reguetones, con lo que es fácil hacerse millonario y de un día para otro y podría satisfacer tu inquieto deseo de desayunar en la ciudad de México, almorzar en San Salvador y cenar en La Habana… todo en el mismo día y fecha, por ejemplo un domingo 7. Y me cayó en la mente, el siguiente estribillo para empezar el nuevo oficio de cantautor: ♫♪quiero sentil tu cuelpo… ♫♫quiero gozal♪♫ tu ♫♪amol… nomás… ♪♫mami dame manivela pod favol♫♪. Que yo lo percibía como el estribillo universal para los reguetones. Estribillo del que debidamente registrada su propiedad intelectual, la perspectiva de llegar a millonario era más que real, por el profuso uso que de él harían todos los reguetoneros y por supuesto yo fusionándolo con algún remix de boleros de Roberto Cantoral y César Portillo de la Luz, para que vos sepás, mi amol.

Pero la cosa sobrevino como sigue.

Me pediste, no sé si con vehemencia o exigente, que lave trastes y leve velas y levite y lo peor sin establecerle a mi persona la prioridad debida al caso y ni decirme el orden de ejecución y me quedo imaginando lo peor y me dan ganas de matarte -no con pinche pistolita 22- sino a sangre fría y a yiletazos limpios a fin de no delatar ninguna motivación que me vincule al hecho, puesto sería inconcebible tal saña de mí hacia vos, por del conocimiento público el vistoso amor que sin condiciones te profeso.

Por supuesto primero te debía inmovilizar con cuerdas de seda y en seguida taparte la boca a fin que no me impidieras o dificultaras el embeleso casi orgásmico que me causaría tu “feminicidio” que por regla en el país(ito) quedan impunes y menos de uno tan justo como el que yo perpetraría en tu persona. Me parece que no es tanto amor el que te profeso para llegar a ese extremismo improcedente y nada necesario.

En ese preciso momento la erección empezó a regresar a una nada antinatural de un estado fláccido aberrante a cuenta del apareamiento abortado con inquinas de ambas partes. ¡Puta las viejas, putas las bichas! ¿qué habré hecho para estar soportando estos pesares con voz y sin vos que no sos ni vieja ni bicha? y ¿qué debo hacer para soportar mi nueva e inminente soltería forzada, que le costará acostumbrarse a la ausencia de tu económico vocabulario que ha llegado a conformarse con el uso descomunal de palabras solitarias o de un solo vocablo, patología adquirida por contagio en feisbus?

Entonces me desconcierta la indiferencia que le prodigás a mi orfandad, complicada desde antes de nacer. Pero sos la Maga ¿y qué en tal caso así sea?

Sin embargo todo en derredor mío se sacude y la inutilidad de cualquier acto de reparadora justicia adquiera la suntuosidad de otras épocas y se muestra sin vergüenza al final de las jornadas diarias con más énfasis los fines de semana.

Y todo quizás porque en la reducida estancia mayor del muelle apartamento, se apretujan apasionados: la cocina, el comedor y la sala de estar más cómodo donde echar una siestecita vital a media mañana, después de un rapidín de aquellos, ya para marcharte a tus ocupaciones diarias llevando así en tus entrañas la esencia de mi virilidad.

El apretujamiento no es causa de escándalo ni de espanto ya que no constituye óbice alguno para gozarlos en conjunto, al mismo tiempo y con los 7 sentidos, como vos lo vivís en tus intensas incursiones finisemanales. A los 5 tradicionales, por favor agregá el sentido vestibular -al menos- y te lo digo sin dedicatorias especiales

Así de presto, lo que debía ser el sugestivo territorio de una amplia alcoba conyugal, de cierto y sin remedio, se reduce a lo sustancial para los usos esenciales y unos poquísimos de los otros que se ven seriamente limitados, sólo por hacer un espacio -adecuado, cabal y decente, al espíritu y a la mente- donde están ubicados los escritorios destinados a sostener las 3 computadoras, pero en las que escribo mis audaces ideas políticas e inscribo los pensamientos más ardientes, inspirados y dedicados a vos.

Razón, que no por última y ni tampoco la única y que establecí en alguna frase previa, para justificar la área mínima asignada por las proletarias hadas propiciatorias de los ensueños, a los 2 escritorios.

Esos otros usos que se recomiendan dar rienda suelta en las alcobas conyugales dadas sus utilidades consustanciales y que por mínimos que gimnásticos sean, le infunden, sin lugar a dudas ecuménicas, excitante variedad a la habitual práctica sexual monógama -entre parejas de distinto sexo- que sin llegar a las aberraciones va más allá de la que realizan las otras especies animales.

Por cierto uno de esos escritorios, el de fina caoba hondureña, fue parte del menaje del primer matrimonio de mi padre, a principios del siglo XX, con una mulata de fuego hija de esclavo liberto que perteneció a una de las familias de mi árbol genealógico, ergo, se puede decir del mueble que algo de casta señorial y abolengo de larga data posee. Por lo que además debo reconocer y aceptar, sin pruritos y con cierto barroco aire de hidalguía, que tengo mediohermanos mulatos bien parecidos en abundancia: 3 hembras y 2 varones con pintas de cantantes de rythm & blues y soul, razón de sobra para sentirme orgulloso.

¡Qué encrucijada de la maestra Vida que para mí se convierte en umbral al abandono y al olvido!

Por suerte, en el espacioso baño nomás se usurpa un pequeño rincón, a fin de darle sitio adecuado y exacto, a la emancipadora lavadora de ropa, que me libera de la agobiante y aburrida tarea doméstica y no estorba tanto para lo otro. Una electromecánica secuela de la dialéctica e implacable homeostasis de la naturaleza.

Lo descrito enfatiza mucho -quizás en demasía- tus frecuentes ausencias, breves y algotras prolongadas, por lo demás inaceptables, hirientes y destructivas.

No obstante, el apartamentito completo, situado en extraviada quinta entre las agrestes y escarpadas lomas del cantón Planes de Renderos, se puede y debe definir y considerar como un territorio amable, afable y sobre todo con el especial y discreto encanto pequebú pero con marcado acento ecologista de izquierda no tan radical, es decir sin siquiera considerar para uno mismo o inducir a otros -ni en sueños- a ínfima y gratuita exposición que arrastre hasta la muerte y peor, si ésta, resulta de una vanalidad -por inútil y sin efecto notable- chocante con las santas causas proletarias y que tantas molestias prolongadas le ocasionan. Claro que sí.

Apartamentito con decoración un tanto barroca pero sin llamar al mal gusto ni a eso que le dicen “toque femenino”. Nomás entrás a la “sala-comedor-cocina” y te enterás que aquí Vive y se enseñorea un hombre de verdad con todo completo y en su lugar. Por aclaración no solicitada, los tengo bien puestos y sabés a que me refiero.

De todos modos, gracias por hacerme saber y comprender y asimilar que no es necesario y mucho menos indispensable ni admisible el sufrimiento... ni sufrir. Y para hacérmelo siempre presente estás vos con tu magia insuperable, pero en verdad de reducido valor práctico, para evitar que algo se derrumbe y llegue a la ruina total.

La sonrisa infantil en la que escondés la dureza de tu carácter -de un refinamiento exagerado y precario al mismo tiempo, incomprensible contradicción, para mí- me abastece de alegría y ternura.

Algún día te lo diré, pero bien a verga -luego de tragarme botella y ½ de tequila reposado, libada con profusión desmedida- por aquello de que “los bolos, los locos y los niños, siempre dicen la verdad” y con tal ayuda tequilera, fácil yo clasifico en las 3 categorías ontológicas cuando en son de paz pierdo cierta cantidad de perspicacia.

Aunque decírtelo no será faena de hoy y mucho menos de ahorita, pues dadas las consecuencias previsibles derivadas, tengo que agarrar valor echándome un cuarto de litro de guarón macho de ese que los bolitos de barriada le dicen “carcajada de muerto” y que te raspa la Vida y te desbarata el hígado. No vaya a ser que salga tremendamente mutilado.

En este momento no estoy bolo, loco siempre un poco soy, aunque la inocencia hace mucho la perdí con escasa pena y copiosa gloria.

De los niños ya no hay certeza que digan la verdad desde que se han vuelto adictos a los dispositivos electrónicos.

Y en los locos no se debe de confiar pues no se sabe cuando están en uno de sus estadios de clarividencia premonitoria o en diálogo con las deidades. Aunque los locos y más las locas -en mi caso- si no me jalan me empujan.

Yo en cambio, soy un loco alucinado incondicional de la honra, el honor y con la altivez de siempre decir la verdad, como a vos te consta. Pocos hemos comprobado que la Verdad sí nos hace libres.

Aunque “las verdades de mis mentiras se convierten en parte de la realidad, cambiándola y haciendo de ella algo distinto, algo inventado: una novela por ejemplo.” La genial máxima es de Mario Vargas Llosa en uno de los pocos momentos de honestidad con él mismo, que ha vivido después que renegó de sus delirios juveniles.

¡Qué cosas abominables a las que podemos llegar en la viejez! Pero que yo no las haré en tu compañía, te lo juro hasta con los dedos de los pies y te lo prometo cumplir.

Pero de las sinapsis de mis neuronas, pocas son las que pienso y quiero utilizar en recordar sabrosas barbaridades de vos hacia mí y que a la colectividad de hinchas cercanos -parcializados unos a mi favor y otros incondicionales con vos- le causarían absoluta extrañeza, después de tantos juramentos de amor casi públicos, proferidos por ambos.

Siempre te podré asegurar -como ahora lo estoy haciendo- que nunca dejaré de recordar -aunque quizás en bien lejano día aparecerás con más énfasis y nitidez- como lucías la noche en que conociste la desnudez de mi alma y yo me quedé en la superficie de tu intensa mirada y de tu anonadadora belleza corporal.

Tal día acaso sea cuando tu decisión soberana haya interpuesto lejanías insuperables entre vos y yo, empezando con esa que ocasiona la separación prosaica de los husos horarios -que insertarán, al mismo tiempo, la noche y el día entre nosotros 2- producto inefable de la necesidad, que me causará la inmigración hacia los nortes euroasiáticos.

Antes que el destino se cumpla y en recordación florida de aquel viaje en el que te recreé algo de mi primera adolescencia, en este momento te seguiré hablando un poco más de la camaronada que éramos la cherada vicentina de inexpertos redentores sociales en particular. Mas ahora en modo de hostigue, con el único propósito que reconsiderés la decisión de tu inminente alejamiento de mí. Y aunque no será la primera vez ni será la última -se han dado con cada uno de mis fracasos seximentales- que brote tímida y salga impetuosa la cursi pregunta: ¿podré vivir sin vos?

El viaje aquel, puesto a la luz de los hechos actuales al parecer y sentir míos, fue el inicio del fracaso de nuestro apasionado amor o de nuestra pasión amorosa… como lo querrás considerar. Tremenda contradicción ¿no te parece? porque yo así lo experimento. ¿Cómo es posible llegar de tanto a nada?

Y te puedo asegurar que nomás se repetirán los mismos episodios prosaicos vividos con las otras experiencias previas a vos, no tan determinantes... ¡así es la Vida, mi amor! Nada nuevo alumbra el sol.

Antes de seguir con mi desplante autobiográfico, sólo te haré una pregunta -con mensajes encriptados pero que vos sabés descifrar- y luego me podés mandar a la más mierda sin la menor compasión: ¿qué te recuerda el olor a cacho quemado?

Escuchaste bien, dije cacho quemado.

No es necesario que la contestés ahorita, con toda confianza te podés tomar el necesario y prudente plazo más allá de cuando cante un gallo tantito después de la medianoche. Por si te querés hacer la loca, te doy una pista irrevocable: el olor está vinculado a la pasión desbocada que nos llegamos a profesar hasta hace un par de semanas.

Con esta recreación de esa parte luminosa de mi oscuro pasado, además de clandestino, te prometo y te lo juro hasta con los dedos de los pies, que no te hablaré más nada de los 2 que seguimos superviviendo en el reino de este mundo... corrijo, en esta ocasión, sólo de mí no te hablaré.

Planes de Renderos, 16 de abril de 2016 / 14 de abril de 2018.

 

Tomado de:

Les diré que llegué de un mundo raro (crónicas anticipadas de un paraíso desafortunado)

Luisfelipe Minhero

Copyright © 2018

ASIN: B07KPWNQNK

Publicado en Amazon: 3 enero 2019.

Luisfelipe Minhero.

Autor Independiente Salvadoreño.

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