Para un cuarteto de cuerdas sincopado (relato de mi autoría)

 

Para un cuarteto de cuerdas sincopado

Luisfelipe Minhero

Otro texto de mi autoría que me permito someterlo a la consideración de lectores hispanohablantes (profesionales y aficionados serios), antes que todo se vaya a la… chingada. Pero... este escrito, con cierto barroco aire tropical, y dotado de un ligero ambiente (“mood”) bizarro, acorde a lo narrado, algún aliento nos da para continuar. En el tiempo que escribí este relato, aún no se me revelaba la 4ª integrante del cuarteto sincopado y… nadie se la imaginaría. Por favor intenten adivinarla y quedaré más  agradecido, si me hacen llegar sus comentarios escritos a mi blog o a mi féibuc.

Luisfelipe Minhero.

Autor Independiente Salvadoreño.

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Luisfelipe Minhero, Masacuato Propiamente Dicho (Cmte. Tomás Ramírez Quirós).

Corría el penúltimo mes del año 1979 dC. a un ritmo político trepidante, desde antes del golpe de estado asestado el 15 de octubre al excesivamente fascista y represivo general Romero, ya un vehículo garnacha para llevar el poder a nombre y a satisfacción de la oligarquía criolla.

Por otro lado, el Poder de las Flores local, derivado del hippysmo californiano más radical se había casi extinguido y de la Revolución de los Claveles quedaba un lejano eco que Angola no apagó, pero.... reservados se tenían todos los derechos para continuar la lucha revolucionaria en todos los niveles e instancias y cada vez con más vigor.

No obstante que Lil fue capturada, secuestra y desaparecida en noviembre de 1976 y mantenida en las condiciones más inhumanas que se puedan imaginar, fue asesinada horas después del perverso y alevoso golpe de estado de 1979, con todos los demás desaparecidos, en ese limbo de los arreglos entre la pécora costra del régimen anterior y la indecisa y blandengue junta de gobierno ni cívico ni militar, sí un contubernio entre pescados demócrata-cristianos oportunistas y chafarotes gañanes más oportunistas aún, pues no aceptaron liberar a Lil.

Por lo anterior Lil Milagro, ha sido la última en incorporarse al “Cuarteto de Cuerdas” en una encrucijada donde la verdad absoluta nada tiene que ver, aunque por supuesto con todo el tiempo necesario para ensayar con minucioso brío todo el repertorio dispuesto para el programa del inminente concierto en honor a los “Caídos con la Frente Marchita en Alto de una Vez”, en inevitable combate o en desafortunada guinda.

Un espeso malestar dominaba el entorno que presagiaba demasiadas desgracias para una tan sola generación de gerundia valentía más por resignación, que por otra cosa como la convicción plena de los escasos comunistas-marxistas-engelistas-leninistas-gramscistas-mariateguistas-fidelistas,vernáculos de la ciudad y en menor número del campo. Se preludiaban infinitas variables en la realización de gloriosos haraquiris, que a más de algún pastor universal causarían leves asombros.

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¿Qué me estará pasando en mi torrente hormonal que no corresponde a mi pródiga sensualidad, a qué nuevas intensidades de emociones y sentimientos me voy abordando sin la mínima precaución ¡ideológica! como si no hubiesen sido suficientes y me bastan las relaciones con mujeres de plante imperial a las que he amado y amo y las poseí desde el primer momento crucial para la eternidad y sin sesgos engañosos e infieles?

La onda con el “cuarteto de cuerdas” es que se trata de 4 exquisitas e inteligente mujeres, excepcionales al infinito universal en su momento de pasar por esta tierra desvencijada y paupérrima.

Farabundo fue uno más, casi anónimo, asentado en un lugar común, con un poco de mayor mérito que el estar ahí... sin estrategia y sin táctica insurreccionales y reticentes al juego que todos los machos ligeramente desgarbados y con aires de dirigentes políticos juegan con las mujeres. Honesto hasta el grado de creerse y convertirse en héroe con mala pata, es decir un mártir y que ahora para su desdicha es honrado en los altares de esta mala patria.

El desteñido clan familiar colonial, núcleo plutocrático de la provincia, que trasmutó a país(ito), que constituían los católicos presbíteros Delgado y los 3 hermanos Aguilar, en asocio con el general Arce y otros con una compartida genética común, que les otorgaba cierta igualitaria condición, aunque unos más iguales que otros, de modo poder incorporarse a tiempo en un concierto continental domeñado por los díscolos caribes y atrevidos sureños. En tal, digamos, aristocracia colonial el interés primordial a lo sumo llegaba a la decisión de zafarse de los impuestos destinados a la lejana corona asentada en la maternal Madrid. Por supuesto con el echar anclas en el seguro puerto de una bastante pírrica y poco novedosa independencia política para asumir una dependencia más brutal, el intento valía.

Desde entonces, ya hace más de 100 años, el mismo “núcleo dominante” son los distinguidos presentes virtuales en los desfiles escolares que nomás distraen a parientes y amigos de los estudiantes.

Pero ellas, las 4 excepcionales brillaron con tal intensidad que continuamos siendo cegados por su luz.

Ana Guerra, en cruzadas de salvación de las mínimas condiciones para que una nueva patria se asentara, adosada a bélicos textos evangélicos.

¿Y yo qué debo hacer para amar a estas mujeres con mayor intensidad?, ¿ transexualizarme en un acto de sublime perversión?... por supuesto que no, si amo, quiero y cuido mi sexo, mi sexualidad y mi orientación sexual y… las gozo hasta el big-bang.

Corría el año del señor 1930 cuando Prudencia Ayala y sin la más mínima prudencia, en lo que Farabundo “organizaba” la insurrección indígena, se lanzaba como muy a tono con el siglo XXI y por lo demás como muy avanzada precandidata independiente a la presidencia de la república en el país(ito), que por fin en 1954 le dio categoría de ciudadanas parciales a las mujeres cuando en la masculina asamblea nacional se aprobó el derechos al sufragio de las mujeres y fue ley de la república.

¿Qué fuera de este país(ito) si en algún momento muy pretérito o muy presente, el cuarteto de cuerdas hubiese compartido escenario en simultáneo y a todo color?

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Con toda y su rigurosa formación jesuítica (por lo demás perfecta en su síntesis de lo castrense y lo religioso) que le había conformado un pensamiento y una manera de relacionarse con los demás, conducidos por una apabullante y filosa lógica aristotélica y que para su época lo convertía en un verdadero avatar a punto siempre de incomodar los designios de la Santa Inquisición; aun con tales atributos al padre Antonio de Siria, profeso de la Compañía de Jesús y Prefecto de la muy ilustre y Venerable Congregación de la Anunciata allá en el Colegio de la Compañía de Jesús de Guatemala y siendo su dedicado confesor, le fue sumamente difícil explicarse no sólo los arrebatos de santidad de la Sierva de Dios Doña Ana Guerra de Jesús, sino todos los actos de su admirable Vida, que según su modesta valoración la conducían a ser la 1ª mujer de América que llegaría a los altares para ser venerada, de uno a otro confín, en el orbe de la cristiandad. Imagina, sin duda, el padre Siria que en poco tiempo sería canonizada en Roma como la 1ª santa americana.

San Salvador, 13 de julio-7 de noviembre de 2009.

 

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Luisfelipe Minhero.

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