Umbrales (novela). Fragmento del inicio.

 

Umbrales (novela)

Fragmento del inicio

Luisfelipe Minhero

 

El fragmento con el que da inicio mi novela “Umbrales”, es un tanto desconcertante y no adelanta como irá… por dicha la curiosidad sólo mata a los gatos pero… la ignorancia mata democráticamente a hombres y mujeres.

La novela la escribí entre el 30 de setiembre de 2014 y el 2 de setiembre de 2015, publicada en Amazon KDP el 7 de octubre de 2017 y su presentación formal -en mi amado/odiado país(ito)- fue el 23 de noviembre de 2019 en la Alianza Francesa de San Salvador (Mediateca “Albert Camus”).

He aquí en comentario crítico-literario, con el que me honró para tal ocasión el Dr. Ilich Rauda:

Umbrales puede considerarse perfectamente un texto de posguerra, esa es su raíz, el punto de partida del narrador personaje, voz principal y casi única frente a los otros personajes e historias que se incorporan al cuerpo medular de la obra.

En Umbrales podemos encontrar desde una aparente y extensa digresión reflexiva, que tiene como destinatario principal, al ser amado, que ha partido en el culmen de la adoración; cuya ausencia y existencia solo puede prolongarse a través de la rabia contra la realidad, del reclamo ético político, o recuperarse a través de la soledad, del auto exilio. Irene es la patria perdida, el sueño que no fue, los ideales y las convicciones que se mantienen incólumes, los pilares que mantienen en pie el templo de los días, frente a los sátrapas que ahora forman parte del mundo sórdido de las sombras que antaño combatieron. Recuerda este discurso, que bien puede tacharse de Neobarroco -de ahí que entre sus páginas se encuentre citado Don Francisco de Quevedo- o compararse quizá con alguna alocución romana, pues parece preciso el mural de una nueva calenda con los signos del tiempo marcados por la tragedia doble: la muerte física y el hundimiento del barco, sus tripulantes conquistados por el canto de las sirenas para su perdición definitiva en la vorágine del nuevo orden mundial. La comedia negra y amarga de la política que se funde en la cotidianidad del narrador personaje.

Hay también dos historias cortas y sustanciales, imbuidas dentro de la digresión, la primera sobre un joven con nombre clave, que podría ser cualquiera de muchos jóvenes en nuestros días, utilizado pragmáticamente como cebo, para la ejecución de los planes de seguridad de una Institución policial, carente de vicios y malas figuras desde su fundación, a raíz de unos malos acuerdos que hoy siguen pasándonos factura como sociedad, una posguerra que se ha prolongado mucho más que el mismo conflicto bélico del que surgió, contexto por el cual nos preguntamos diariamente: ¿Si será primero el cuerpo que sucumba o el mal que perdure menos de un siglo?

La otra historia trata sobre la reanudación del amor en una persona contemporánea al narrador y sus orígenes de lucha clandestina, otro perfil femenino de similar peso histórico y simbólico al ideal truncado. Aquí toma contexto la sordidez de los que llegarán a entablar juicios sumarios al final de la guerra por intereses personales, que no tardarán en salir a la luz más temprano que tarde. Es también la envidia y la mentira como obstáculos de lo que puede renovarse o cultivarse desde las cenizas y los escombros que han dejado las armas.

Los umbrales son el dolor, el amor, la soledad, el tiempo que lo destruye todo, frente a ellos solamente nos queda la palabra para resurgir, y volver a vivir desde otras fuerzas, propias y ajenas a nuestra existencia.

La miseria política que nos rodea no es un umbral, es una piedra de tropiezo difícil de eludir, abrumadora, por eso nuestro horizonte primario, el amor eros y filial no debe ser una renuncia, y la literatura como pasión bien puede ser la cura de nuestros males que nos carcomen, el exorcismo de los demonios o fantasmas que siempre persiguen al escritor.

Atentamente,

Luisfelipe Minhero.

Autor Independiente Salvadoreño.

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Presentación en Alianza Francesa de San Salvador. Luisfelipe Minhero è Ilich Rauda.


Carátula y contracarátula de edición en papel.

  

 

P

ara morir en La Habana no hace falta más que tantito de festiva buena voluntad, más o menos a tiempo. Es que ahí, la Vida se va deslizando a plenitud y con ausencia de sufrimientos existenciales tipo “y por qué a mí”, sin que nadie se escandalice y no hay alusivos oropeles que lo impidan, tan siquiera ni los pocos que ostenta y exhibe el poder de la imperecedera Revolución Cubana.

Pese a que los carnavales habaneros se empecinan en difundir la idea de una asequible eterna felicidad terrenal -con visos tremendamente socialistas- hacen valedero experimentar el morir rodeado de tranquilidad y prodigando alegrías de toda índole, que no de aburrimiento y tristeza y sin hacerse las preguntas tontas concebidas por los ideologismos desmesurados de toda pinta. “La Vida es eterna en 5 minutos”, dijo el Poeta cantor antes de morir, habiéndose preparado, para la muerte digna, con regocijo extremo.

Es la luna llena arrolladora y brillante, proveyendo realidades radiantes -más allá del bien y del mal- que sentencia a muerte todas las comparaciones y otras futilidades por inútiles y sobretodo por infelices, aunque se sepa que sobran pero a veces resulta que cuentan, justo durante un insignificante ratito de ofuscación... además el Absoluto lo resuelve todo, de una vez y para siempre.

La relatividad dominante de una muerte feliz se liga al Absoluto, teniendo en cuenta un abanico de consideraciones, algunas sumamente particulares y otras meramente dificultosas y sin faltar las ilegales.

Una consideración de entre las particulares -que raya la intimidad- es la de quién iba a pensar o tan siquiera imaginar que entretenidas clases de solfeo y contrapunto derivarían en el mejor medio a disposición de un “adulto mayor” bien vivido para convocar una dulce muerte en La Habana después de cumplir los protocolos establecidos.

A ese adulto -real pues existió- que el desvarío de la historia patria lo llevó al hastío de lo bizarro e intrascendente de las revoluciones tercermundistas tropicales perdidas de antemano, que hace tantos años se disipan y esfuman en la inmundicia extensiva de los fracasos vestidos de oropeles triunfalistas en busca de ansiados nichos democratizantes, pero en realidad por sobretodas las cosas, inservibles y de inmediato perecederos.

Las entretenidas clases de solfeo, impartidas -siguiendo el reconocido método del súbdito español Hilarión Eslava (1807/1878)- por el insigne maestro, compositor y pedagogo vicentino Napoleón Rodríguez, en calidad de preceptor musical particular durante la infancia de ese adulto que fue un pequeñoburgués preilustrado de antemano y miembro insigne de una pléyade de infantes burguesitos alumnos particulares de él, que respetuosamente le llamaban don Napito en armonía absoluta con la Vida y el respeto a cierta ilustrada tradición.

Pero la muerte feliz, indisoluble se liga al Absoluto, también porque en La Habana y casi en toda Cuba, el socialismo se aproxima con cadencioso ritmo a la humanidad, renovando certezas y esperanzas de esas que dan seguridad, altruismo, ternura, alegría y tercermundismo de refinada arquitectura y elevadas concepciones. Muy a pesar del conocidísimo “tigre de papel”. Del diente al labio, se puede decir: lo siento Obama bin Laden.

Pero Obama es un tigre de papel de los retirados del circo Hermanos Ringling, que resentido por la vida que llevó, le clava las garras a la isla edénica y le da continuidad a la infame tradición de desfalcar a los hombres de buena voluntad, en esta vez un terreno de más de 3,640 hectáreas.

Son unos significativos 40 kilómetros cuadrados -secuestrados a la soberanía cubana y donde -ellos, los imperialistas- han hecho campear el abatimiento, la incertidumbre, el desaliento, el odio y el sufrimiento- situados en el sureste de la Isla, que el desquiciado gobierno imperialista yanqui mal nombra como su base naval de Bahía de Guantánamo y donde en verdad se emplaza y se alberga el templo mayor del príncipe de las tinieblas -impío centro de torturas- lo más terrorífico y terrorista e impune existente -por encima de toda ley, sea humana o divina- donde a diario se ejecutan horrendos crímenes contra la humanidad.

Y lo prodigioso se cruza casi de improviso porque la influencia matemática de la música se sigue expandiendo -en aquel absorbente cerebro del “adulto mayor” bien vivido y que fue infantil- al ritmo y compás del Cosmos entero que hospeda al planeta Tierra. Universo que como es sabido, en la siguiente mierdésima del nanosegundo inmediato al Big Bang, pasó del tamaño de un protón al de una peligrosa pelota de golf.

En Cuba, la construcción de la Utopía socialista -en desarrollo y edificación inquebrantable - sigue teniendo carta de ciudadanía permanente y tarjeta de circulación... y abrazara al Universo.

Y yo por intentar construir el modelo que prefiguramos para el país(ito) lo di todo: riqueza familiar de la que por dicha me libre, vocación primigenia, amores festivos y lo más valioso de todo, tiempo -es oro dicen los financiadores de guerras injustas y de conquista- entregado con más de 20 años de lucha en la clandestinidad.

Justo es, entonces, que mis últimos días en este Universo los Viva a plenitud en La Habana tal y como lo pudo hacer el referido “adulto mayor” bien vivido.

Pero el imperialismo yanqui ya se estancó con desparpajo e inició el decaimiento irreversible, intentando llevarse a la humanidad con furia demencial y misiles de largo alcance, drones, bombas de calor, fisiones en frío, virus desconocidos y un sinfín de etcéteras adelante por tantos talantes desconocidos, como nuevos acuerdos para comprarse tiempo a bajo precio.

Teniendo en consideración lo expansivo del Universo y lo retrógrado del imperialismo, no es inconcebible que en un momento de turbación juvenil -el ya crecido niño- decidiera incorporarse a uno de esos procesos revolucionarios tropicales de antemano derrotados, pero tan de moda por un tiempo sublime a partir de los finales de los ’60, cuando entre los jóvenes ilustrados del mundo, florecieron en derroche los altruismos y... era lo único que contaba -con todos los rasgos imaginarios- en esas joviales mentes, para definir la posibilidad vaga de un mundo mejor, siempre en construcción.

Imposible sí es que un súbdito inglés actual, imagine un egregio músico tercermundista llamado cariñosamente -allá por los 50 del siglo anterior- don Napito, componiendo -a propósito de la coronación de su “graciosa majestad” que adoptó el apelativo de Isabel II- un complejo y exquisito poema sinfónico cuya forma, don Napito, la derivó del personaje extramusical, para el caso la princesa Isabel Alejandra María antes de ser coronada como es conocida desde hace 62 años, utilizando el color instrumental y la armonía, con propósitos expresivos que inicia a partir de cadenciosos compases, muy oportunos a modo de marcha de entronización, si se enfatizan dichas cadencias, recurriendo en la ejecución al empleo de un ostinato (repetición más o menos frecuente de un diseño melódico o de un patrón rítmico) que contiene la tónica (nota, acorde o tonalidad básica).

Valga decir, que en la música culta del siglo XX, son frecuentes los ostinatos de tipo melódico-rítmico y el poema sinfónico acoge la onda con gracia y naturalidad supremas.

Oportuno establecer que don Napito compuso el homenajeante poema, justo en la mitad del siglo mencionado, es decir vivía en lo álgido de las corrientes vanguardistas de la música académica del ciclo aludido y lo hacía con magistral conocimiento y propiedad.

El ostinato ha sido un recurso aprovechable para grabar en las memorias cerebrales de los escuchas -a falta de otras memorias cuando ni siquiera existían las rudimentarias fonográficas que irrumpieron a finales del siglo XIX- aunque sea un fragmento de fácil recuerdo y representativo de la composición musical.

En la música popular y particularmente en el jazz y en el rock, el recurso se denomina “riff”, con el que presumen los virtuosos instrumentistas e impelen a bailar con enérgica pasión.

Por dicha no todos los súbditos ingleses son iguales y un ejemplo actual -a veces presente acá- es el joven británico, yerno de un matrimonio de compas que me honran con su amistad y ni la guerra ni su secuela insoportable pudieron separar y por supuesto ni los malos ejemplos de tantos comandantes -en situación de retiro- degradados por venidos a menos o caídos en el deshonor.

Para empezar, el joven inglés no transmite nada de la tradicional y estirada “flema británica”, quizás mítica. Además con 2 hijas -inglesas nacidas en Francia y salvatruchas asentadas en la embajada en París, nietas de los heroicos compas- se vincula cósmicamente a este terruño terremotoso y tropical, que al mínimo descuido los mejores vinos -no importando si rumano, italiano, francés o español- se trasmutan en acre vinagre.

Los veteranos y siempre juveniles compas, sempiternos compañeros de cosmovisiones y conmociones sociales, todavía a pesar de los disgustos posguerra interminable, intentan hacer de este país(ito) algo más digno y menos cruel para vivir y heredar algo más que incertidumbres a las “generaciones futuras”, que por cierto ya están acá.

¡Qué exceso de eufemismo y lugar común si dichas generaciones desde ayer están condenadas a sufrir sin sosiego a partir del momento de nacer hasta la consumación de la vida más miserable!... al parecer ha llegado el momento de hacer la “caridad” en casa.

El jovial caballero inglés, por amor, ama conocer este país(ito) de mierda y lo va haciendo despacito de modo que es bastante probable que venga a caer en cuenta en el horror -porque es un inefable error que desde Pedro de Alvarado y sus huestes castellanas cometen los europeos- cuando sea ya demasiado tarde para retractarse.

Es monstruoso desacierto proceder con amor al conocimiento del país(ito) que a lo único que conduce es a quererlo sin límites y con frecuencia por conmiseración... es tan poco encantador y disfrutable el clima -provocado por la devastación capitalista- en la reducida extensión territorial referida, reitera que los mejores vinos dejados al descuido en la intemperie tropical, en cuestión de horas se corrompen sin remedio.

Esa actitud tan despejada y un criterio con lozana amplitud para aceptar lo diferente -del joven inglés- contrasta con el alarde de “complacencia y magnanimidad”, ofensivas, cuando la casa real de la monarquía británica consideró adecuado pagar el poema sinfónico -aderezado de ricos compases rítmicos iniciales- con una invitación individual escrita -a mano a saber por quien putas cortesano británico, uno más entre toda la recua burocrática aristócrata- para que don Napito asistiera, por su cuenta y riesgo, a la ceremonia pública en Londres, celebrada tras la muerte del rey Jorge VI en febrero de 1952.

Se puede decir con la solvencia justa que como han trascurrido 62 años, el poema sinfónico -con todo y ostinato- se conduce al pernicioso olvido como todos los hechos históricos salvatruchos -heroicos e insignificantes- aunque pueda que los olvidos nomás se den en el país(ito) con grandísimas mayorías desmemoriadas.

Por dicha, en son de equilibrar los elementos imperantes, su graciosa majestad británica -coronada en el lejano febrero de 1952- no se conduce a la decrepitud senil... ya está en tal condición, por suerte es sólo un supuesto poder moral el que ha ejercido untadito a poco poder político real.

Con su graciosa majestad, pocas dudas transitarán respecto a lo que ha sido su hacer sustancial: acumular para aumentar su cuantiosa fortuna material heredada de objetos pueriles como acciones bursátiles, castillos, cortijos, joyas, palacios. Cosas y acontecimientos nada extraordinarios considerando las excelsas condiciones materiales y anímicas en que la doña ha vivido, siempre.

Pero lo más apasionante del momento británico es que se avecina un vendaval que arrollará al Reino Unido de la Gran bretaña e Irlanda del Norte o más bien arrollará y derribará a la puta monarquía a pesar del dolor de los monárquicos -de uno y otro sexo- reino del que quedaran por buen tiempo resabios que le permitirán sobrevivir como neo potencia capitalista republicana, a lo mejor federativa, obviamente reducido en su sustancia.

Cosas y hechos en los que nada tendrá que ver el Estado Islámico (EI) esa banda terrorista con apelativo de nación, en cruzada visceral contra la cristiandad más retrógrada e intolerante... el ejemplo a veces cunde.

Algún registro quedará, en algún archivo terrenal, a disposición de historiadores interesados en develar los portentos creativos que por estos empobrecidos lares se dieron y se desconocen y el mundo lamentará haber ignorado a don Napito y caerá en la cuenta de lo inoficiosas que son las monarquías.

La referencia a la rancia monarquía inglesa es premeditada, porque transiciones hereditarias semejantes a las practicadas en tan inútiles y arcaicas realezas lindando en las tiranías son las que quieren imponer acá a modo de columna vertebral para decidir las sucesiones presidenciales sin romper -del todo- el orden “democrático” imperante.

Y al parecer depende de adosar a los nombres de pila de los jerarcas politiqueros dominantes, alguna numeración impertinente en caracteres romanos y de adecuar sus legalizados partidos y sus prohibidas clicas al modo y semejanza de las suntuarias casas reales sobrevivientes.

Tomando en consideración el “agitado” estilo de hacer gobierno y campañas proselitistas -particularmente electoreras- de los partidos dizques políticos, la aseveración no deriva en disparate, más bien suena a latente amenaza, a consecuente resultado, a inminentes pinches reformas administrativas zampadas a como de lugar en la constitución política -la eufemísticamente llamada carta magna- para facilitar las cosas entre ellos mismos.

¡Qué sarcasmos de talantes tan monárquicos, no exentos de crueldades refinadas, por más delicados lenguajes con que se expresen, inspirados en los acomodados intereses reales -tan cercanos en sus lejanías- de seguir sosteniendo las cada vez más rechazadas monarquías, constitucionales o no!

A lo mejor la casa real inglesa ignoraba que don Napito sobrevivía -él, su esposa y su numerosa prole- con el apuntalamiento básico de los ciento cincuenta colones (mn¢150.00) -al cambio de entonces eran ni más ni menos que us$60.00- que lo recibía en calidad de salario mensual como profesor de música a medio tiempo en el vicentino Instituto Nacional Dr. Sarbelio Navarrete, los que reforzaba con lo que le cayera de las clases privadas a burguesitos infantes, de suyo azarosas.

¿Para don Napito, cuánto sería en 1952 el costo del pasaje -ida y vuelta a Londres en buque o en avión- que debía pagar -de su peculio- al más estricto contado y cuánto hubiese sido el precio del alojamiento y la alimentación respectivos?... a todas luces, impagables.

¡Oh, la pérfida Albión y su insensible crueldad monárquica para explotar a los pobres y con más saña al proletariado -en cuenta algunos de sus intelectuales orgánicos, por ejemplo músicos, poetas y locos!- de los submundos tropicales colonizados por los hispanos.

Por supuesto que el 99.6% de ciudadanos salvatruchos mojaidines -los en rumbo permanente para allá y los residentes por resignación acá- ignoran la real existencia de tal excéntrica y genial composición musical... y no es extraño.

Continuando con las referencias monárquicas deliberadas con una serenidad que la retrógrada burguesía europea, jamás manifiesta ni se permite, hay que mencionar el irrespetuoso descaro -fuera de tiempo y lugar- a la mayoritaria voluntad popular por parte del mal nombrado Partido Popular (PP) español y secuaces de más retrógrada ideología -más monárquicos que el nuevo rey- de urdir y concretar la abdicación del viejo rey quemado y la sucesión del simpático joven con el número romano VI adosado a su primer nombre de pila, pero repudiado como rey por la inmensa mayoría de súbditos obligados. ¡Qué chistosa y decadente democracia burguesa, la española!

Desde luego que lo de Felipe VI, actualiza en esta landa -baldía sobretodo de inteligencia humana- la latente amenaza de la propuesta política, planteada tal paradójico absurdo y se acerca a resultado concreto y la inminente y favorable coyuntura del paso de una legislatura a otra, que se da cada 3 años, facilita y aproxima las reformas constitucionales pertinentes a fin de guardar las apariencias y los modales burgueses.

¡Qué vivan la inédita corona guanaca, el guaro dulce vicentino y las putas profundas de la Avenida y que toque la Banda de los Supremos Poderes un agitado xuc cuzcatleco!

A otras clases de putas -ni reprimidas ni en estado de gracia- se les debe explicación alguna, no sea que una de ellas, un radiante anochecer se encame con extraviado magnate -noble o plebeyo- y amanezca convertida en reina, princesa o primera dama de un coreográfico país del primer mundo hartado de pompas protocolarias cortesanas, nobles y plebeyas. ¿Venganza de Quetzalcóatl?

En similares situaciones es cuando debe emerger la sonrisa infantil en la que se debe esconder la dureza del carácter e iluminar la circunstancia y eludir las explicaciones. Refinamiento precario y exagerado, mejor decir frágil y excesivo para evitar equívocas interpretaciones.

En estos iniciales momentos del siglo XXI, bastante alejados de los años ’60 del siglo precedente -en cualquier ámbito y temática- resulta de una certeza apabullante que las entretenidas clases de solfeo, recibidas durante la niñez apremiaran y facilitaran el traumático paso por el cambio de voz y garantizaran un melodioso tono incluso en los devastadores momentos de la aparición y continuación de la vejez, condición muy favorable para bien morir en La Habana viendo una intensa puesta de sol desde el imponderable Malecón -adosando así, antes de morir- el espíritu a otro Universo -del incomprensible Multiverso eterno- donde es bien posible reencontrarse con la única y sin límite amada que se marchó invencible, muy en contra de su deseo y voluntad.

Sin duda que la Muerte es parte de la Vida, como el gozo del placer.

Nada más algunos pájaros y la especie humana (hembras y varones) poseen el don de cantar y disponen al gusto de la principal facultad para producir encantamientos. Descontando desde siempre que hay que cultivar el don para que todo salga bien.

Ahora bien, la escuela de pájaros, conocida nomás por nuestra eximia Claudia Lars, permanece con nutrida asistencia de alumnos. Pero al parecer -habiendo tantas escuelas- hay humanos que desconocen la obligación de cultivar la voz para ejercer, con soltura y honestidad, la preeminencia y ya cultivada, conservarla hasta el último suspiro vital.

¿Se volverá a repetir algo del pasado y no como caricatura monstruosa y ni solamente lo ignominioso, que da la impresión que cae y vuelve a caer por su propio peso?

  

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Luisfelipe Minhero.

Autor Independiente Salvadoreño.

Página de Autor Central: amazon.com/author/luisfelipeminhero

Blog: luisfelipeminhero.blogspot.com

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